martes, 16 de marzo de 2010

El nombre de este blog

Quise llamarlo Equinocio, y no por error. No es que se me olvidara duplicar la c, aunque era como si la palabra añorara la letra perdida y siguiera evocando la noche que está en su raíz latina. Así acortada, apuntaba también esa voz al tiempo en el que no hay obligación alguna que cumplir. Y esa era la lectura correcta, la combinación de ideas que había de señalar al ocio nocturno del autor. Consideré luego inevitable que hubiese quienes creyeran, al ver el título, que este blog ofrecía lectura para jinetes, apostadores y otros amantes del turf. Resignado a no conseguir que las primeras sílabas se conserven siempre equilibradas, sin que se desboquen y se conviertan en equinas, he cambiado el nombre. Sólo queda de él un leve rastro, una sombra: ojalá que se haga sentir, y que al menos una vez cada seis meses las palabras que aquí se publiquen merezcan la parada que algún enredado vagabundo quiera hacer en ellas.

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