Encajar

Cree uno que encaja bien de memoria, que la familiaridad con el formato y el entrenamiento de la vista y de la mano le van a permitir situar sin errores los primeros trazos. Utiliza entonces lápices acuarelables, porque aunque no se pueden borrar bien (pero qué importa, no hará falta hacerlo) tienen ese trazo graso y pigmentado que los  hace tan cómodos. Fija la posición y el tamaño de la cabeza al primer vistazo, la hace aparecer en el papel y continúa por el torso y el brazo. No es necesario que avance mucho más para que se dé cuenta de que el pie quedará en el aire y de que la yema de los dedos tocará la mesa junto al papel.

Pensando

Ella es natural. Quiero decir que está hecha de tintes naturales. Marian los prepara y los trae en botes de cristal. Mojo el pincel en café, en lombarda, en remolacha, y también en un poco de azafrán. Se obtienen tonos delicados que armonizan muy bien entre sí y que desprenden luz al mezclarse. Son tan suaves que decido perfilar con un marcador de punta fina y tinta negra.
Sus pensamientos son artificiales. Quiero decir que esas gotas redondas que flotan están hechas de acuarela, y sus colores han sufrido un sofisticado proceso de elaboración.
Cuerpo simple e ideas complejas, en eso han desembocado estos pocos minutos dedicados al placer de dibujar.  

Niebla

La duda está en si disiparla o no. Pregunto y hay quien me dice que tal vez convenga añadir unos rasgos a lápiz; algún otro opina que ya hay información suficiente y que para qué tocar más. No me decido. La figura aguarda tranquilamente, en esa posición que parece tan cómoda. Quizás mira hacia adelante, indiferente; o quizás me mira de reojo, esperando a ver qué hago.

Paisaje

El motivo de la sesión es el cuerpo como paisaje, así que se trata de mirar de otro modo. Puesto que posa un cuerpo, será ese cuerpo lo que se acabe plasmando en el papel. Pero durante el viaje que hace la imagen entre la modelo y el cuaderno de dibujo los ojos verán lomas, derrumbes y abismos, el pensamiento construirá colinas, torrentes y bosques, y la mano trazará senderos, llanuras y árboles, cuevas, rocas y dunas, montes y estuarios, playas y ensenadas. Olas y algas. Olga.

Sobre la mancha

De nuevo jugando al azar. La mancha de anilina es anterior a la pose del modelo, y cuando éste fija la postura sólo cabe elegir, entre cuatro posibles, la posición del papel. El resultado sólo se ve al final: únicamente tras dibujar con sanguina las líneas del contorno quedan determinadas por sí solas las sombras y las luces y fijados los planos y los volúmenes. Hay algún que otro retoque final con carboncillo y creta.

Juego

 

Nos lo propone Antonio García Villarán. Se trata de dibujar un busto utilizando un folio blanco, uno rojo y unos cuantos trozos irregulares de papel tintado, sobrante de otros usos o incluso de envolver. Las reglas son rígidas. Si se usa el rojo de fondo, el blanco se puede recortar o romper como convenga; si se elige el fondo blanco, es el rojo el recortable. Los trozos irregulares están apilados y se sacan al azar, metiendo la mano a ciegas en el montón; no hay vuelta atrás: una vez que se coge uno hay que utilizarlo sin posibilidad de modificar su forma. Después de pegar los papeles, pincel y tinta sirven para dar los toques finales, cuantos menos mejor. Cuando se empieza a jugar por primera vez parece imposible. Pero sale. Y aún hay trazos que sobran.

Desmentido

 

 

No es cierto que no hay más cera que la que arde. Hay otra que viene en barritas de colores. Si se roza el papel con ellas, aparecen dibujos hasta entonces ocultos.