miércoles, 31 de marzo de 2010

Demora

Cita:
"Hemos tardado 20 años", dice Tom van Lent.
(National Geographic, abril 2010)

Comentario:
Con ese apellido, no es de extrañar.


viernes, 26 de marzo de 2010

Provocación


Terminadas las bendiciones y las preces, el capitán Luis Suárez de Zafra dio unos pasos al frente. A la vista de todos, todavía descubierto, aventó con rabia un puñado de tierra. Para aquel gesto no necesitaba intérpretes. Él la había ganado y dado al rey, y bajo su dominio y al arbitrio de su voluntad quedaba en adelante todo el valle fecundo que se extendía entre la selva y el desierto. Los indios que lo habitaban, sordos al requerimiento y a las advertencias, yacían ahora muertos o reducidos de resultas de la guerra justa que había tenido que mover contra ellos. Algunos estaban presentes, y un escalofrío de terror sacudió sus débiles cuerpos desnudos porque supieron ver el presagio en el ademán de aquel bárbaro.
Las tormentas de arena comenzaron al día siguiente. No cesaron hasta mucho después de que el último de los intrusos blancos abandonara el lugar, hasta que las ruinas estuvieron completamente cubiertas, hasta que no quedó ni la huella ni el recuerdo de aquella jornada.

jueves, 25 de marzo de 2010

Congruencia


A. C. era un autor coherente.
Escribió versos diversos y prosas diprosas.
En su madurez sus poemas ganaron en versatilidad y sus novelas en prosatilidad.

Gustaba de documentarse bien, y así como para componer la más sentida de sus ficciones no dudó en trasladarse un tiempo a una leprosería, fue en una leversería donde obtuvo la inspiración para sus elegías mayores.
No contentó a todos, pues su particular estilo le granjeó adversarios y adprosarios. Pero su capacidad y su constancia hicieron que algunos de ellos cambiaran radicalmente de opinión, y así tuvo lectores conversos y lectoras comprosas.
Durante sus últimos años, cuando un cantautor versionó su poesía, otro prosionó sus relatos.

Tras su muerte surgió la sorpresa. Al repasar su legado, sus herederos hallaron en una gaveta su obra oculta. Nadie antes había sospechado su dedicación a los versos perversos. Aún buscan, convencidos de que habrán de hallarlas, sus prosas perprosas.

domingo, 21 de marzo de 2010

Folleto del Acuario


¡No dejes de visitarnos! En nuestras acondicionadas aguas nadan los más maravillosos ejemplares procedentes de los fondos marinos. A través de las paredes transparentes de los túneles que cruzan los inmensos tanques, tendrás a la vista las más diversas especies, desde las más comunes, como los dialogantes besugos, las doradas alasal o los atunes en aceite, hasta las más raras: el pez E, por ejemplo, cuyas escamas parecen un teclado y sus ojos dos pantallas, o el calamar ciano, que se diría venido de otro planeta. Con algo de suerte, podrás atisbar la esquiva figura del pez en cuando, que sólo en rarísimas ocasiones sale de su guarida; te enternecerás ante el espectáculo de la rastrera vida, y agotada, del pez adilla, de sueño agitadísimo; y te deleitarás con los armoniosos movimientos de los orondos peces barba, incapaces de virar a la derecha.
A través de especiales cristales de aumento podrás contemplar al diminuto pez ecillo, y luego, como contraste, podrás volver al mundo de las grandes dimensiones contemplando al tiburón de Spielberg o al merluzo de Aznar. En el pabellón de los cetáceos reina el delfín de Francia, que comparte aguas con la ballena alegre, la orca y la guillotina. Y aún quedan sorpresas: ¿sospechaste alguna vez la existencia del pez bomba, que a la vista de un peligro se infla hasta que estalla? ¿Conoces algún caso de adaptación al medio como el de las bartolas de mar, permanentemente recostadas en el blando lecho de grava, capaces de desencajar sus mandíbulas hasta permitir la salida de su aparato digestivo, el cual, al completo, recorre los alrededores en busca de alimento y sólo vuelve cuando ya está saciado? ¿Y qué decir de la brillantez y colorido de los fondos, con los corales de Bach, las hidras elgaitero o las feas anémonas, que aunque se vistan de seda, anémonas se quedan?
La naturaleza también es despiadada: podrás comprobarlo viendo cómo el pez martillo persigue a las despavoridas puntillitas o cómo tiemblan los sargazos ante la presencia del pez sierra. No obstante, esa naturaleza cruel tiene a veces sus mecanismos de compensación, como los que se dan entre nuestras dos especies de peces espada: el pez espada Chin hiere atacando como un relámpago, sí, pero siempre va detrás de cada ejemplar un pez espada Drapo, que cura los tajos con igual rapidez.
¡Anímate a recorrer nuestras instalaciones! Participa en nuestras ofertas interactivas. Esta semana, "Alimenta a nuestras pirañas con tus propias manos" y "Chapapotea en nuestros tanques de fuel". ¡No te lo pierdas!

miércoles, 17 de marzo de 2010

La modelo


Vamos llegando al estudio, colocando a nuestra conveniencia banquetas y caballetes, preparando los materiales. Ella dispone sonriente el lugar en el que va a situarse, y mientras bebemos una taza de té acordamos cómo discurrirá la sesión: varias poses cortas para tomar apuntes, una al final más larga para trabajar luces y sombras.
Se retira un momento y vuelve con una bata ligera. Preferimos no mirar cuando se prepara, pero desde el mismo instante en que la notamos inmóvil y a la espera, fijamos los ojos en su menuda desnudez. Damos algunos pasos a su alrededor, observando a distintas alturas y desde diferentes lugares la composición que ha decidido ofrecernos. Elegimos el punto de vista y comenzamos. Ella soporta con los miembros relajados y la expresión ensimismada y seria el silencio intenso de nuestras miradas. Se ha transmutado en un enigma que hay que desvelar sobre el papel, en cuya superficie habrá de reordenarse un cuerpo que ahora yace descompuesto en un conjunto de distancias, de ángulos e inclinaciones, de puntos de referencia y de apoyo, de líneas de contorno y de estructura.
Se diría que ha vuelto en sí cuando por fin se mueve y se cubre. Enciende un cigarrillo, sonríe de nuevo, quiere ver los bocetos. Se los mostramos y nos hace comentarios amables.

martes, 16 de marzo de 2010

Noruega



Sentado en la orilla al fondo del fiordo. Casitas de colores en la ladera verde. Más arriba bosques casi verticales, paredes de roca, alguna mancha de nieve, cascadas altísimas. Me interno en el valle subiendo por la carretera, paralela a un arroyo que alivia hacia el mar los bríos del deshielo. Una iglesia de madera; más allá una casa y un granero. Dos ciclistas pedalean rozando la alta hierba esmeralda. La carretera hace una leve curva y descubre un lago que embalsa el agua azul verdosa del glaciar. Los árboles de la orilla, la brisa, la luz intensa y difusa. Hay un bote en un pequeño embarcadero.

El nombre de este blog

Quise llamarlo Equinocio, y no por error. No es que se me olvidara duplicar la c, aunque era como si la palabra añorara la letra perdida y siguiera evocando la noche que está en su raíz latina. Así acortada, apuntaba también esa voz al tiempo en el que no hay obligación alguna que cumplir. Y esa era la lectura correcta, la combinación de ideas que había de señalar al ocio nocturno del autor. Consideré luego inevitable que hubiese quienes creyeran, al ver el título, que este blog ofrecía lectura para jinetes, apostadores y otros amantes del turf. Resignado a no conseguir que las primeras sílabas se conserven siempre equilibradas, sin que se desboquen y se conviertan en equinas, he cambiado el nombre. Sólo queda de él un leve rastro, una sombra: ojalá que se haga sentir, y que al menos una vez cada seis meses las palabras que aquí se publiquen merezcan la parada que algún enredado vagabundo quiera hacer en ellas.